Plusvalia, plusvalor y ciudad

10.01.2020

Desde la economía urbana se reconoce que el desarrollo de las ciudades genera cambios en los valores del suelo. Los beneficios de la aglomeración de actividades, la densidad de población, y la atractividad que se genera en las ciudades, son procesos que en mercados inmobiliarios normales, los valores del suelo vayan internalizando las mejoras. Esto significa que el proceso de valorización del suelo urbano tiene más que ver con lo que ocurre en general en una zona (externalidades), que con el terreno en si mismo (mejoras intrínsecas). Ese pluvalor o plusvalía, es incorporado al terreno sin que este haya tenido modificaciones propias.

La mayor dotación de infraestructura, espacios verdes y equipamientos públicos pueden influir en el valor del suelo una vez que ya está urbanizado, comúnmente consideradas mejoras.

Sin embargo, el primer proceso de valorización, y habitualmente el más abrupto, es el que se genera cuando se modifica la normativa y un terreno pasa de ser rural a ser urbanizable. Otros cambios normativos, como los que otorgan mayor capacidad constructiva, o la posibilidad de destinarse a usos del suelo intensivos, también inciden en incrementos de valor.


Una gestión inteligente del suelo por parte del estado puede aprovechar estos impulsos de valorización, limitarlos u orientarlos para el desarrollo planificado de la ciudad, obtener recursos financieros, y reinvertir en zonas donde la inversión privada no alcanza. A través de diferentes instrumentos económicos y urbanísticos, los municipios pueden capturar plusvalías generadas, existen experiencias y buenas prácticas, y que en todo caso inician en una decisión política de liderar el desarrollo urbano desde el Estado.
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