Más Ciudad. Más Espacio Público. Supermanzanas, una estrategia para la sustentabilidad urbana
Julíán Insua
Hace unos días, Pablo Guiraldes explicó en un excelente artículo[1], la oportunidad que genera este aislamiento social como experimento que nos permite valorar condiciones urbanas que son recuperables a través de las supermanzanas. Esta idea se basa en conceptualizar a un grupo de manzanas tradicionales como una unidad de sustentabilidad urbana básica. Tiene la gran virtud de lograr mejoras en varios aspectos urbanos (ambientales, sociales, económicos) con una intervención física relativamente simple. ¿En qué consiste? En la práctica consiste en reasignar parte del espacio público que las ciudades "regalan" al automóvil particular (en las ciudades argentinas ronda el 30% de la superficie) y volver a transformarlo en un espacio público. Puede realizarse con una minima obra que impida la circulación pasante de los autos, hasta intervenciones más estructurales que transformen la calzada, veredas, el subsuelo, la normativa de construcción y el tratamiento de los frentes. Es una estrategia especialmente potente en zonas con cierta compacidad, variedad de actividades y vitalidad, y en donde lo que falta es espacio público. Al transformar calzadas en zonas de movilidad lenta o de estancia, aumenta considerablemente el espacio público como tal, mejora la interacción y convivencia ciudadana.
El Modelo Territorial de Buenos Aires (2010)[2] adoptó a las supermanzanas como una estrategia para la ciudad sustentable que se proponía, como aplicación del Plan Urbano Ambiental. La transformación del microcentro porteño fue una de las primeras oleadas de cambios con este sentido, que a través de peatonalizaciones graduales y selectivas, fue sumando espacio público en la zona donde mas se requería y donde se concentraban gran parte de las condiciones favorables para que la estrategia genere impactos positivos. El desafío consistió luego en ir adaptando la propuesta en otros barrios de la Ciudad. Para ello, la Dirección de Planeamiento generó una propuesta de delimitación y priorización de posibles supermanzanas en la Ciudad de Buenos Aires[3]. Esto consistía en delimitar grupos de manzanas considerando los límites administrativos (comunas), la distribución de equipamientos comunitarios (sedes administrativas, escuelas, hospitales, comisarías, cuarteles de bomberos, equipamientos culturales y deportivos), la red de transporte público, y zonas homogéneas en morfología y paisaje. A través de una metodología de síntesis de 10 indicadores urbanos, comparó todas las supermanzanas posibles y definió un ranking de prioridades. Para ello, comparó indicadores de compacidad, población, proximidad a espacios verdes, mixtura social, complejidad y densidad económica, proximidad a nodos de transporte público, incidencia del automóvil particular, entre otros. Luego se realizó un análisis en una supermanzana prioritaria en el barrio de Belgrano, considerando posibles impactos, y definiendo los lineamientos para acompañar la propuesta central[4].
Es importante considerar esta estrategia en el marco de las transformaciones de las áreas centrales que se dio en los últimos años en varias ciudades argentinas. En efecto, a través de programas con financiamiento nacional e internacional, y en línea con los lineamientos de la Agenda Urbana de Habitat III, muchos municipios comenzaron a realizar intervenciones que apuntaron a valorizar el espacio público de las centralidades. Muchos de ellos actualmente son centros mucho mas vitales y amigables.
Unos de sus principales defensores es Salvador Rueda, quien a través de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona hizo escuela, mostrando sus ventajas, en especial mostrando la mejora de las condiciones ambientales que las supermanzanas generan (ruido, contaminación, microclima, estructura verde). Otro aspecto importante es el impulso a la sustentabilidad económica. El nuevo espacio público comienza a tener ciudadanos que ya no circulan a velocidad y solo miran otros autos y señales de tránsito, sino que se llena de peatones que van a velocidad de paseo o se quedan en el lugar. La disminución en el ruido y la contaminación, mas un buen diseño y mobiliario, ayudan a que los ciudadanos estén mas tiempo en el lugar. Esto significa mas ojos frente a las vidrieras de los locales, mas ojos cuidando el espacio público. Para ello también es importante mejorar la cercanía y la calidad del transporte públicos en los bordes de la supermanzana. La asociación de este tipo de estrategias en zonas que tienen mixtura de usos, es decir, donde conviven viviendas y actividades económicas, es ideal porque potencia las posibilidades de dinamizar la zona y genera vitalidad contra-horario. En estos días de aislamiento social, fuimos testigos del valor que tiene la proximidad a comercios y servicios de consumo cotidiano. Imaginemos un barrio con actividades cercanas, donde las distancias entre empleo y residencia son bajas, y con un espacio público tranquilo y amigable con los vecinos.
Las condiciones de aislamiento que impone la coyuntura actual parecen haber puesto en relieve las características deseables de nuestras ciudades, las necesidades de dinamismo económico local, y por otro lado, nos impuso un freno que es una ventana de oportunidad para planificar. Bienvenido el debate para que la nueva normalidad tenga rumbo a la sustentabilidad de nuestras ciudades.
[1] https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-hora-de-las-supermanzanas-un-nuevo-paradigma-urbano-nid2360832
[2] https://www.ssplan.buenosaires.gov.ar//MODELO%20TERRITORIAL/WEB/Libro/index.html
[3] https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/propuesta_usb_0.pdf
[4] https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/propuesta_usb_belgrano.pdf
