El hombre que lo hizo Presidente
Llegar a Presidente de la Nación significa el trabajo de muchísimas personas que construyeron ese camino. Por supuesto, nada supera a la propia perseverancia de la persona que soporta lo insoportable con tal de llegar al ansiado objetivo. Mauricio Macri no escapa de esta máxima. Muchos opinan que su brillante paso por la presidencia de Boca fue lo que fue gracias a los triunfos deportivos logrados por Carlos Bianchi. Y en nuestra ciudad hubo una persona que hizo algo similar con los éxitos conseguidos por el gran técnico de los xeneizes. Se llama Daniel Chain. Así como el virrey encadenó una histórica racha de títulos, él hizo realidad los cambios de la Ciudad siempre soñados y nunca concretados. El reconocimiento generalizado a la transformación urbana de la Ciudad fue sin dudas uno de los sostenes fundamentales de la gestión Macri en CABA, y por ello es que es licito afirmar que Chain fue el hombre que lo hizo Presidente.
Lo conocí en marzo del año 2001, en la Maestría de Economía Urbana de la Universidad Di Tella. Ambos arrancábamos ese posgrado. En la presentación fue muy directo "me llamo Daniel Chain, soy arquitecto, trabajé en el Grupo SOCMA, actualmente estoy en la Fundación Creer y Crecer, estoy trabajando para que Mauricio Macri sea Jefe de Gobierno y yo voy a ser su Ministro de Desarrollo Urbano". Fe no le faltaba, algo de altanera osadía tampoco. La mayoría de los alumnos se rieron, yo tengo que admitir que también. Faltaban casi tres años para las elecciones y él se estaba preparando para un cargo inexistente. Su misión en esos años fue el de aprender y crear equipos. Debo admitir que el primer cuatrimestre nuestro lenguaje era muy diferente, luego ambos fuimos cambiando y aprendiendo de cada uno, y valorando el conocimiento de los otros para lograr mejores cosas.
En 2003 Macri perdió contra Aníbal Ibarra. El 2007 le daría revancha y cuatro años más de preparación a Daniel Chain. Allí, empezó a elaborar los planes, proyectos y obras que cambiarían la ciudad. Sus primeras acciones fueron la de transformar el área central, un gran hito de la gestión. En la agenda de los gobiernos anteriores apenas se había avanzado una cuadra. Sin embargo, ese proyecto no arrancó bien. Como toda revolución al principio es incomprensible. Los propios comerciantes le pedían que no avance, que iban a fundir a los locales del microcentro, "que gracias a los autos había actividad", y así un montón de afirmaciones que pusieron en dudas el proyecto. El propio Macri llegó a dudar, pero Chain logró convencerlo. El 17 de marzo de 2010, la misma noche que nació mi primer hijo, se inauguró la calle Reconquista. Una hermosa noche de fin de verano, además de calor, día de San Patricio. Los jóvenes fueron hasta las cervecerías del bajo porteño y descubrieron la prioridad peatón. Allí empezó la fiesta. Al día siguiente los canales pasaban las imágenes de la gente disfrutando de un nuevo microcentro, lindo, amable, donde se disfrutaba estar. El jefe de gabinete Horacio Rodríguez Larreta fue con los medios a hacer notas desde allí, el microcentro había renacido.
El otro gran logro, aunque en los libros de la historia oficial figure Guillo Dietrich, fue la revolución de la movilidad. Allí impulsó inicialmente el Metrobus. Realizado por primera vez en Curitiba, por el alcalde y urbanista Jaime Lerner, se prioriza y jerarquiza al transporte público automotor por sobre el particular. Aquí en Buenos Aires con la existencia de la red de colectivos y taxis era muy difícil de implementar, por lo que se impulsó y se logró un esquema mixto, donde la líneas de colectivos ingresaban en los carriles exclusivos y ahorraban más de la mitad del tiempo de viaje a sus usuarios. El de la Avenida Juan B. Justo fue el primero. Siguió el del Sur, de Villa Lugano a Constitución, dotando de infraestructura de calidad a esta área postergada de la Ciudad. Yo iba al trabajo en el colectivo 10, un trayecto de 20 minutos pasó a hacerse en ocho. Eran los ocho minutos más reconfortantes del día, en un país donde todos los días se insulta a los políticos allí solo se escuchaban muestras de aprobación y felicidad.
La red de ciclovías fue otra de los grandes hitos de la gestión de esos años. De una ciudad enemiga de las bicicletas a una ciudad amigable. También costó implementarlo. "Que saca estacionamiento en los barrios, que se quieren robar los adoquines" y así muchas falacias que no pudieron detener otro cambio fundamental en la forma de movilizarse y gozar de la ciudad.
Todos estos proyectos tenían como ancla algo más profundo. A Daniel le gusta hablar de la humanización del espacio público. Porque la ciudad se había deshumanizado y su legado fundamental fue darle escala humana a este monstruo llamado Buenos Aires. A partir de su impronta logró hacer sentir que cada espacio de la ciudad merece ser disfrutado, sus plazas, sus árboles, sus veredas, generando una ciudad del encuentro, amigable, bella, limpia, segura, que nos invite a recorrerla, y a apropiarnos de ella como un lugar vital de nuestra vida.
Falta rescatar otro hito más, NO SE INUNDA MAS. Sí, también fue el gestor del equipo que logró que la Ciudad no se inundara más. Como Ministro de Desarrollo Urbano estuvo a cargo del Plan Hídrico de la Ciudad. Obras que no se hacían porque eran costosas y no tenían "visibilidad". Obras que además requerían de mucha organización y empuje. De eso no faltaba. Fue quien le transmitió al Jefe de Gobierno que sin las obras la ciudad se seguiría inundando y Mauricio lo replicó en público. ¿Sincericidio? ¿Políticamente incorrecto? Seguramente. Pero un acercamiento entre poder y ciudadanía desconocido hasta ese entonces.
A mí me gusta rescatar algo que tuvo menos trascendencia pero que explica el cambio profundo que aconteció en Buenos Aires durante esos años. La recuperación y el equilibrio entre el Norte y el Sur de la Ciudad también fue clave en su agenda. Sus primeras obras fueron la trasformación de la avenida Regimiento de Patricios, límite de la Boca y Barracas y la calle Iriarte. En treinta años se habían construido solo dos edificios sobre la avenida Patricios, luego del mejoramiento se construirían veintiún nuevos edificios. La gente elige vivir donde hay calidad de vida y el Sur volvió a recuperar inversiones, crecimiento genuino y población gracias a estas transformaciones.
La Villa Olímpica, otro gran hito estratégico. El plan original era construirla cerca de Puerto Madero. No, eso era fácil. Daniel entendía que la Villa Olímpica debería servir para desarrollar las áreas más postergadas. Lo logró. En solo tres años se construyó y luego pasó a ser un barrio más de la ciudad. Transformación profunda de un funcionario con visiones de futuro, de miradas más allá de lo cotidiano, un constructor de horizontes con la convicción de hacerlos posibles.
Yo vivo cerca del Borda y el Moyano, lindos paredones y viejas construcciones. Ahí le toco bailar con la más fea. Fue parte del calvario de los que no se conforman con el statu quo. Le tocó perder, le torcieron la mano los gremios y la política. No importaba que pasara con la salud mental, importaba que no siga cambiando realidades. Siendo doble el mérito, ya que debió soportar una oposición canibalizada, que aunque se autodefinía progresista, estuvo en contra, como vimos, de medidas que solucionan los problemas de miles de personas.
Una jugada inesperada permitiría mostrar el acierto de esa iniciativa. El Banco Ciudad iba a trasladar su sede a Parque Patricios. Finalmente el banco se quedó en el microcentro y el gobierno porteño se mudó a la monumental sede realizada por el prestigioso arquitecto Foster. Para ello se vendió por 60 millones de dólares el edificio vetusto frente al obelisco y con ello el gobierno pudo mudarse y promover el desarrollo del Sur. Un ejercicio ejemplar de economía urbana. Fue a aprender y aprendió. Todos los vecinos de la Ciudad ganaron.
También asumió la responsabilidad de las obras de restauración y modernización del Teatro Colón. Lo tomó como un desafío personal, político y profesional. Este emblema del arte y la arquitectura argentina estaba derruido, abandonado y sus obras paralizadas durante años. Era un símbolo del país que no queremos, donde promesas e ineficiencia se habían acumulado durante décadas generando frustración y descreimiento. Sin embargo en una épica noche del 24 de mayo de 2010 de la Argentina del Bicentenario se reinauguró con todo brillo en una velada histórica. Allí nació el SI SE PUEDE. Se pudo algo que parecía increíble, de ser un símbolo de la decadencia y la desidia volvió a ser un faro de la cultura y el arte. Un ejemplo de que otra Argentina era posible.
Me quedan afuera de este racconto, innumerables proyectos como la Usina del Arte en Barracas, un hito de infraestructura artística en el Sur de la ciudad, el barrio Parque Donado Holmberg, los distritos económicos, los corredores ambientales, los túneles para los pasos ferroviarios, la nueva traza de la Illia, la puesta en valor del Teatro San Martin, la recuperación del MAMBA y así podría seguir con la lista casi interminable. Pero la idea no era hacer un recuento puntilloso, sino mostrar cómo fue posible HACER en Buenos Aires.
Daniel es un hombre de sueños y miradas largas, pero con la determinación de aquellos que luchan para darle contundencia a la teoría, y solamente la perspectiva y serenidad que da el paso del tiempo nos permitirá valorar en toda su dimensión las transformaciones que impulsó. Dicen que los homenajes es mejor hacerlos en vida. Por eso en estas líneas quise rendir tributo al hombre que con sus ideas, acciones, fortaleza y con su equipo construyó un nuevo tiempo en la Ciudad de Buenos Aires, logrando simultáneamente que todo el país vea en esas obras una esperanza, la posibilidad de un futuro distinto y mejor, y considere al Jefe de Gobierno como un serio candidato a ocupar la presidencia de la nación. El 22 de noviembre de 2015 la ciudadanía elige a Mauricio Macri Presidente de la Nación.
Daniel Chain, el hombre que lo hizo Presidente.